La apatía: “pa´ allá”




Resulta común en nuestra cotidianidad, encontrarnos con innumerables muestra de una actitud bastante negativa: la apatía. Esta conducta, por lo general, constituye un freno para el desarrollo de cualquier proceso o acción. 
Puede ser que no desees ir a tu centro de estudio o de trabajo, que no demuestres interés por acudir a alguna actividad, o no tengas disposición para realizar una tarea o asumir una responsabilidad. La apatía no es otra cosa que la más absoluta indiferencia ante todo, escasez de vida afectiva y de relación.
Suele aparecer acompañada de aburrimiento y grandes dosis de rutina, generando un círculo vicioso del que cada vez es más difícil salir. La apatía es la falta de emoción, motivación o entusiasmo. Es un término psicológico para un estado de indiferencia, en el que un individuo no responde a aspectos de la vida emocional, social o física. Y es posible experimentarlo en un día aislado, en una corta etapa o en un largo período de la vida.
Puede afectar a cualquier persona en un momento dado y por muy diversas motivaciones: entre ellas, una vida rutinaria y monótona, sin novedades ni incentivos, que puede generar la pérdida de toda atracción e interés.  Esto ocurre en cualquier ámbito: en el trabajo, en la vida de pareja, la amistad, las diversiones, la familia…
También puede producirse como respuesta a la muerte de un ser querido, la pérdida del puesto de trabajo, el abandono de la pareja, o cualquier otro contratiempo serio…
En estos casos, es la respuesta a un acontecimiento vital y exige un cierto tiempo para salir de ella. Otra de sus causas es el exceso de trabajo y actividad, pues un período de estrés o un esfuerzo excesivo pueden generar un agotamiento físico y psicológico que impide responder a las exigencias habituales. Aquí la  apatía deriva de una falta real de fuerzas para actuar.
El polo opuesto a la situación anterior es la vuelta de un período de reposo y vacaciones. Algunos vuelven cargados de fuerza y energía, pero para otros la vuelta a la vida cotidiana y la rutina diaria significa una carga pesada que no nos sentimos capaces de asumir.
Igualmente, hay personas apáticas o asténicas, que de por sí no tienen ganas de hacer nada. En ellas hay una tendencia natural a la inactividad física y al distanciamiento afectivo. Es una forma de ser, un tipo de personalidad.
En fin, cuando se cae en la apatía, se deja de actuar casi por completo y no hacemos ni las cosas que más nos gustan. Con frecuencia se suele estar cansado, incluso antes de realizar algún esfuerzo. Somos incapaces de pasar de la intención de hacer algo al acto en sí mismo.
Varios estudios han demostrado que algunas conductas apáticas provienen de una falta de ejercicios emocionales o físicos.
También demuestran que la alimentación tiene un papel sumamente importante,  ya que la apatía se puede producir por falta de hierro, vitamina B doce y magnesio. O sea, que para poder controlar parte de este tipo de afectaciones, es importante nutrirse adecuadamente, en lo esencial con frutas y  vegetales.
Otro punto clave para superar la apatía radica en el factor social. Buscar o unirse a un grupo de personas entusiastas, que te alienten y apoyen, significará un paso grande para tratar lograrlo.
Es preciso saber lo que se quiere; cuando se quiere, hay que tener el valor de decirlo, y cuando se dice, es necesario tener el valor para realizarlo.
En nuestro ámbito, aquí en Songo- La Maya, mucha personas se quejan constantemente del entorno, lo que pasa, lo que no pasa, lo que hacen o no hacen los representantes de la sociedad en distintos niveles..., sin hacer ni proponer algo.
En lugar de eso, deberían tratar de impulsar y acompañar los cambios positivos que se requieren en la sociedad. No se trata de justificar vivir a golpe de actividad, emprendiendo grandes proyectos, si no es lo que deseamos.
Es suficiente con dejar de ser espectadores de nuestra vida para convertirnos en sus actores principales, aprendiendo a satisfacer nuestras necesidades. Cuando la apatía aparece, simplemente, hay que reconocerla como tal, evitando falsas justificaciones, como enfermedades o todo tipo de estados de debilidad física. Descubrir el origen y abordarlo directamente, no dejando que se instale en nosotros definitivamente.
Los pequeños gestos para salir de la rutina son importantes: Comenzar a practicar un pasatiempo, hacer algo distinto a lo acostumbrado, concentrarse en los pequeños detalles cotidianos para disfrutarlos…Y no olvidemos el poder de las metas, de los objetivos (por insignificantes que parezcan).
 Como expresó en una oportunidad el genial actor Charles Chaplin: "La vida es una obra de teatro  que no permite ensayos... Por eso: canta, ríe, baila,  ama y vive intensamente  cada momento de tu vida... antes de que el telón baje y la obra termine sin aplausos."

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