“Los complejos y sus complejidades”



¿Alguna vez te has sentido inferior a los demás por un defecto físico o de personalidad? ¿Te disgusta algún rasgo de tu apariencia o de tu forma de ser? ¿Has dejado de ir a una fiesta por pensar que no luces bien con la ropa o el peinado?
Estas son actitudes que evidencian complejos. Esos sentimientos que influyen negativamente en tu vida, produciéndote inseguridad y baja autoestima.
Seguramente todos nosotros, al menos una vez en la vida, hemos sido víctimas de algún complejo.
Quizás nos parece que estamos gordos, o demasiado delgados, o poco atractivos, a no nos guste nuestro cabello, nuestro color de piel o de ojos,…en fin que pueden ser muchas las razones para adoptar comportamientos complejistas.
Estos suelen aparecer principalmente durante la adolescencia. Casi no hay adolescente que se libre de ellos.
La Real Academia Española de la lengua define el complejo como un: “Conjunto de ideas, emociones y tendencias generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del sujeto, que perturban su comportamiento”.
Desde un punto de vista psicológico, el complejo se traduce por una focalización sobre un defecto real o imaginario, físico o psicológico. El  acomplejado posee una imagen deformada de él mismo.
En la mayoría de los casos se trata de pensamientos irracionales que atormentan a la persona, la cual les da demasiado valor y de ahí el malestar que se produce
Existen varios tipos de complejos: los físicos, los psíquicos y los sociales.
Los físicos afectan más a las mujeres que a los hombres, ya que sufren una mayor presión sobre su imagen.
En el caso de los complejos psíquicos, pueden derivar de una falta de cultura, de inteligencia, de vivacidad…
Mientras los sociales tienen que ver con el ámbito del dinero, de la profesión o de los orígenes...
El mayor riesgo es  que este malestar paraliza las acciones de la vida diaria: nos prohibimos ir a la playa porque no asumimos nuestro cuerpo, nos negamos a llevar sandalias porque no nos gustan nuestros pies...
Cuando se concede demasiada importancia a un complejo, nos encerramos en nosotros mismos y nos persuadimos de que esta imperfección es la causa de todos nuestros fracasos.
Los complejos pueden llegar a influenciarnos y a regular nuestros comportamientos y nuestras relaciones interpersonales a tal punto que nuestra autoestima sufra tremendamente. Pueden limitarnos para disfrutar de ciertas cosas o impedirnos tener éxito en el estudio o el trabajo pues no nos dejan que confiemos en nuestras habilidades.
¿Cómo se manifiesta una persona acomplejada?
Generalmente nos encontramos con personas atormentadas, amargadas, que se sienten incómodas y rechazan los cambios naturales de la vida. Además se sienten inseguras e inferiores a los demás.
Hay casos en los que el acomplejado procura disfrazar su problema y adopta actitudes defensivas: pueden aparecer entonces gestos altivos, despectivos y altaneros, insolencia, falta de respeto y dominación hacia los demás.
En otras ocasiones la persona acomplejada recurre a la provocación con actitudes llamativas o ropas extravagantes.
Lo primero que hay que hacer para superar un complejo es aprender a valorarnos y a aceptarnos a nosotros mismos. 
Es normal tener complejos por una simple razón: la imperfección es humana. Lo que importa es vivir con ella y saber manejarla.
Algunas personas deciden obedecer al complejo e intentan hacer lo que sea para disimular sus defectos. Otras se lanzan a una carrera sin tregua por conseguir la perfección, para intentar compensar sus puntos débiles.
La mejor solución es la aceptación de nuestras imperfecciones. Esto no significa que tengamos que renunciar a corregir nuestros defectos, sino que lo hagamos con serenidad sin sacrificar nuestra autoestima y ser víctimas de las complejidades.

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