La autenticidad: ¿en peligro de extinción?



¿Eres tú mismo en todos los espacios en que te desenvuelves? ¿Sabes cómo ser una persona auténtica?
Quizás pienses que sí, pero la autenticidad es un valor que se ha perdido en gran medida. Es muy difícil actuar en consecuencia con tus verdaderos pensamientos y emociones, o llegar a conocerse a uno mismo.
En estos meses de verano no son pocos  quienes aprovechan para ir a diferentes lugares y compartir con los amigos, la familia, la pareja, ante los cuales debemos mostrarnos tal cual somos en las distintas circunstancias en las que nos encontremos.
Todos queremos ser diferentes y originales, pero ¿qué hace a las personas ser verdaderamente auténticas?  Ser auténtico significa tener el valor de ser el que cada uno realmente es, en forma íntegra y sincera, sin tener en cuenta modelos externos, modas, tradiciones o creencias de otros y aceptando no solo las cualidades sino también todas las limitaciones que cada uno poseemos.
Esto por supuesto requiere conocerse bien a uno mismo y estar atento para no desviarse del camino de la sinceridad. Y aunque parece fácil, en realidad es muy difícil actuar con integridad en un mundo donde la mayoría intenta parecerse a los demás.
Incluso hay quienes llegan al extremo de arriesgar la vida para tener el físico ideal que todos desean, o leen los mismos libros, ven las mismas películas y no se atreven a  buscar la forma de ser únicos y distintos.
No estamos siendo auténticos cuando nos sentimos frustrados y con alto nivel de estrés, porque lo que realmente estamos buscando es ser perfectos, queremos estar a la par o ser mejores que otros que tienen otra vida, otros proyectos y otras condiciones de existencia, cuando la verdadera competencia debe ser con nosotros mismos, partiendo de lo que realmente somos y de lo que podríamos llegar a ser si lo intentamos, pero siempre en función de lo que sentimos.
El pretender ser como otros para estar a la moda o para creer que así nos aceptan más, consume nuestra energía, nos aleja de nuestras propias metas y lo que es peor aún, nos deja una sensación de vacío interior.
Tristemente, ya sea en la escuela, el trabajo, el barrio, a través de la televisión y otros medios, pueden aprenderse muchas conductas artificiales, como estarse comparando con los demás y tratar de tener lo que todos tienen con tal de ser aceptados.
Aunque esto se ve principalmente en sociedades capitalistas, en nuestra cotidianidad también se observan actitudes de este tipo. A menudo las personas poco auténticas se comportan según un determinado papel, una imagen o un estereotipo específicos.
Por ejemplo, muchos varones se muestran con el prototipo de "machos",  intentando ser duros, con poco sentimiento, ocultando sus debilidades y reprimiendo las lágrimas; mientras otras personas actúan según un papel específico que caracteriza a su profesión, por lo que van generando una marcada diferencia entre su comportamiento en el trabajo y en la vida personal.
Así, a muchos de nosotros nos cuesta trabajo abrirnos y expresar lo que en verdad sentimos y pensamos.
Entonces nos comportamos como actores, escondiéndonos detrás de fachadas, disimulando y ocultando nuestro mundo interior.
No ser auténticos y mantener esa especie de disfraz impide además el desarrollo personal y el despliegue de nuestras posibilidades psicológicas, porque a través de esas actitudes nos limitamos a nosotros mismos.
Cuanto mejor se conozca una persona a sí misma y más actúe en base a su naturaleza interior, más capaz será de crecer y evolucionar.
Las personas auténticas les caen mejor a los demás, inspiran más confianza, se sienten mejor consigo mismas, tienen menos estrés, un mayor bienestar psicológico y una mayor estabilidad emocional.
No tengas miedo a que te vean como eres. De cualquier manera, mientras no hagamos algo para cambiar, no podemos ser otra cosa.

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