Rumoreando, ah rumoreando



“Dicen por ahí…”, “a mí no me crean…”, “me contaron”… son frases muy comunes que podemos escuchar en cualquier sitio donde nos encontremos. Así comienzan generalmente los rumores y los chismes.
Los rumores son las especulaciones no confirmadas acerca de un objetivo determinado, en otras palabras, es una información que se pasa de persona a persona, por lo general oralmente, sin pruebas para demostrarla, aunque siempre se supone que se está transmitiendo una verdad.
 El rumor parte de una interpretación de alguna noticia o de algún acontecimiento. La gente exagera los detalles  por conveniencias personales o de su grupo afín.
 Generalmente en todo esto hay  tres protagonistas: el que defiende el rumor, el que se beneficia del rumor y el que se perjudica. Y muchos de los rumores se convierten en chismes malintencionados hacia una persona, afectando su reputación, y condicionando el comportamiento de los demás hacia ella por encima de la información real.
Sobre los rumores existen muchos estudios. Incluso hay hasta leyes para explicarlos. 
Se dice que deben terminar como una “buena historia” y que da  igual la fuente original, siempre se atribuye a alguien importante para que parezca verdadero.
El chisme, es un pariente cercano del rumor, es la narración de un hecho verdadero o falso que se hace, sin tomar en cuenta el daño que puede causar esta información a otros o precisamente con la intención de hacerlo.

Cuando se riega un chisme usualmente es para hablar de algo no convencional o prohibido en lo que ha incurrido alguien. Así se habla de que Fulano le fue infiel a su pareja, o de las supuestas fallas de un compañero de trabajo, o de la vida íntima de artistas, figuras públicas o de cualquier persona común.
El chismoso y la chismosa pronto aprenden que sus chismes le dan poder sobre los demás porque pueden causar un daño a quien deseen, ayudarse a alcanzar objetivos en el trabajo o incluso, obtener ventajas en las relaciones de pareja.
 El chisme podemos localizarlo a nivel personal o familiar o en grupos sociales o laborales. Y casi siempre causa muchos resentimientos y conflictos.
 Si te gusta esparcir rumores o escuchar chismes sobre otras personas, pregúntate también si es la forma en la que te gustaría que hablaran de ti. Estamos seguros de que la respuesta será negativa.
 Siempre habrá quienes  creen todo lo que escuchan y se sienten obligados a repetirlo. No seas uno de ellos.  Cuando no tengas nada amable o positivo que decir, aprende a no decir nada. Recuerda que dos indicios de debilidad son: callar cuando conviene hablar…y hablar cuando conviene callar.

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