¿Cerca de la perfección o lejos de la realidad?
Constantemente nos encontramos a nuestro
alrededor personas que necesitan ser siempre las primeras o las mejores en
todo, que se sienten tensas o molestas en exceso cuando se equivocan, y viven
preocupadas por la opinión de los demás, incluso es posible que nosotros mismos
actuemos frecuentemente de ese modo.
Estos comportamientos responden al
perfeccionismo, un rasgo de la personalidad que aunque puede ser positivo,
generalmente provoca muchos sinsabores. Es algo que puede ser muy común a
cualquier edad, y se ve en todo el mundo, por tanto también está presente en
nuestra cotidianidad, ya sea en escuelas, centros de trabajo, en los hogares o
en otros escenarios. Por lo tanto quizás lo notemos en compañeros de estudio o
de labor, en familiares, amigos, conocidos y hasta en nosotros mismos.
Obsesionarse con la perfección, es como
querer correr en el mar o nadar en el desierto. Según algunos diccionarios,
algo perfecto es algo que tiene todas las cualidades deseables o que no posee
defectos, mientras que ser perfeccionista se refiere a querer hacer que todo
sea perfecto. ¿Será eso posible?
Se dice que la perfección no existe, es solo
un ideal, un concepto que usamos para guiar nuestro esfuerzo. Esto no quiere
decir que intentarlo no vale la pena sino que hay que ser consciente de su
abstracción y de cómo se aleja de la realidad.
Con frecuencia negamos nuestro
perfeccionismo, bajo el lema de: "Me gusta hacer las cosas bien".
Aparentemente esta frase parece lógica y
verdadera. Pero existe una gran diferencia entre querer hacer las cosas lo
mejor posible y mejorarlas cuando se puede, sin demasiada angustia o estrés, y
tener que hacerlas perfectas porque si no, significa que soy poco valioso, poco
importante, poco inteligente.
El perfeccionismo es un intento de
demostrarnos y demostrarles a los demás, que sí somos capaces de ser valorados
y aceptados.
Pero al mismo tiempo es uno de los
principales obstáculos para aumentar y fortalecer nuestra autoestima.
Nace principalmente del miedo y la
preocupación ante las propias equivocaciones, que son vistos como posible
fuente de crítica y rechazo por parte de los otros. La consecuencia es el
exceso de trabajo, el cansancio, la ansiedad, el miedo a fracasar, el no
disfrutar de lo que se consigue.
Es importante trabajar para alcanzar nuestros
objetivos y hacerlo buscando buenos resultados, pero sin caer en el extremo.
Y lo peor de todo es que, mientras estés
luchando por ser perfecto, no sabrás quién eres, sino solamente lo que no eres
y jamás serás.
Hay muchísimas personas exitosas que no son
perfeccionistas. El éxito depende del talento, las habilidades y el conocimiento.
Tengamos en cuenta que nadie es perfecto. Por
eso los lápices tienen gomas de borrar. Lo que es verdaderamente duro, pero
importante, es renunciar a la perfección y empezar el trabajo de convertirte en
ti mismo.
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