Cuba: un eterno verano



Cuba es un eterno verano, así aseguramos quienes vivimos en esta isla del Caribe, y mucho más quienes habitamos las provincias más orientales. En estos meses, supuestamente los más fríos del año, el sol no deja de avisarnos de su presencia cotidiana con un calor casi insoportable. Y aunque llueva, muy  pocas veces podemos hablar de  un clima fresco.
Algo casi inevitable para nosotros resulta exponernos a la influencia del astro rey, que a pesar de su importancia para la vida, también puede ocasionar innumerables perjuicios.
 No es menos cierto que el sol provoca efectos muy beneficiosos sobre el organismo y es sabido desde siempre que sin él no podrían sobrevivir ni los animales ni las plantas.
En relación al metabolismo humano, estimula la formación de vitamina A y D, que contribuye al desarrollo de los huesos y dientes. Su luz también  tiene influencia en diferentes funciones fisiológicas, entre ellas la fertilidad y los cambios de humor. Sin embargo,  no se debe abusar de sus bondades.
La exposición a la luz solar natural o artificial, voluntaria o involuntaria, puede llegar a ser muy dañina para la piel.
Tal y como recoge la Organización Mundial de la Salud, las radiaciones solares ejercen efectos negativos para la salud, principalmente vinculados a diversos tipos de cáncer de piel, envejecimiento prematuro de la misma, así como a cataratas y otras enfermedades oculares.
Por otro lado, la incidencia de los rayos solares también nos puede hacer sentir realmente agotados e incluso llegar al punto de hacernos perder el conocimiento.
La energía procedente del Sol llega a la Tierra en forma de rayos visibles, infrarrojos y ultravioletas. En la mayor parte de los casos, los rayos ultravioleta reaccionan con una sustancia química de la piel llamada melanina.  Esta sustancia constituye la primera defensa frente al sol, ya que absorbe gran parte de sus rayos.
Las quemaduras solares se producen cuando el daño provocado por los ultravioletas supera la protección que la melanina de la piel puede proporcionar.
A largo plazo, los rayos Ultravioletas de tipo B son absorbidos por el ADN y causan alteraciones en el genoma. Los de tipo A también se absorben y se transforman en radicales libres, que alteran el material genético y saturan los sistemas defensivos de la piel. Por tanto, cuando las exposiciones son excesivas, las células anormales proliferan y acostumbran a formar carcinomas o melanoma (cáncer de piel).
Según estimaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, cada año se producen en todo el mundo más de dos millones de cánceres de piel distintos del melanoma y doscientos mil melanomas malignos.
Estos afectan más a las personas de piel clara por la ausencia relativa de pigmentación. Aunado a ello, el grado de riesgo a la salud ante los efectos de los rayos ultravioletas solares es mayor en algunos grupos poblacionales, como los niños pequeños, las personas que presentan reacciones dérmicas al sol, así como aquellos que trabajan o practican deportes a la intemperie.
Actualmente el incremento del deterioro en la capa de ozono impide que esta filtre los rayos ultravioletas y como resultado, el impacto de las radiaciones sobre la piel y los ojos es más intenso, provocando lesiones y consecuencias a corto y largo plazo.
Puede decirse que el sol se acumula y tiene memoria, de modo que la piel "recuerda" toda la radiación que ha recibido desde la infancia. Tomar el sol no es sólo estar dorándonos en la playa, sino también caminar por ella, permanecer muchas horas en la calle por motivos profesionales, deportivos o recreativos..
Uno de los errores más frecuentes es pensar que el peligro de los rayos del sol solamente se siente en verano y con elevados grados de calor, cuando en realidad  hace efecto durante todo el año.
Para prevenir o disminuir estos riesgos existe una serie de estrategias de protección. Entre ellas, evitar la exposición directa, especialmente en el horario en que los rayos son más fuertes (entre las diez de la mañana y las cinco de la tarde); usar ropa cómoda, fresca y preferiblemente de colores claros; usar gorra, sombrero, gafas de sol, sombrillas, y evitar el bronceado artificial.
En cuanto a las actividades físicas, es mejor realizarlas en los horarios más frescos. Beber agua con regularidad, aunque no se tenga sed, es también una garantía.
Además es importante el control dermatológico posterior a la época estival para evaluar la piel en su totalidad después de varios meses de exposición solar.
En fin, no somos pocos quienes tomamos el sol diariamente aún sin quererlo, porque está vinculado a la mayoría de las actividades que realizamos a diario, principalmente  productivas, agrícolas, pecuarias, deportivas, recreativas,  o porque simplemente caminamos de un lugar a otro. Es algo que no podemos evitar, pero sí tomar las medidas necesarias para disminuir los efectos de los rayos solares en nuestro organismo.

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