Dulces en Cuba: una exquisita tradición.



¿A qué cubano o songomayense no le gustan los dulces?
Deben ser muy pocas las excepciones. Pues estos son alimentos muy consumidos por la población a nivel mundial.
Aunque mucho se habla acerca de los daños que ocasiona el exceso de azúcar a la salud, los dulces en la medida adecuada también tienen sus beneficios, en especial los de chocolate.
El dulce es una grata sensación que recibimos por vez primera a través de la leche materna. Razón por la cual, está presente  en nuestros paladares y en el subconsciente. Pero si no la sabemos controlar se puede convertir en un serio problema para nuestra salud.
Haciendo un poco de historia, los caramelos y las golosinas cuando se crearon hace años, tenían su explicación y finalidad.
Nacen a raíz de la necesidad por encontrar un alimento pequeño y ligero que sirviera de sustento en los largos viajes,  que además produjese energía. Los primeros dulces, fueron creados con pulpa de fruta, cereales y miel.
El nombre de caramelo surge del descubrimiento de la caña de azúcar, que en latín la denominaban “canna melis” y que finalmente dará lugar a “caramelo”. Este durante siglos fue un producto de lujo no alcanzable por cualquiera.
En un principio se pensó que la caña de azúcar procedía de la India, pero es probable que venga de Nueva Guinea, dónde se utilizaba como planta de adorno en los jardines.
Desde allí se extendió su cultivo y consumo por numerosas islas del sur del Pacífico, llegando hasta la India, donde empezó a cultivarse, obteniéndose a partir de ella una miel de caña que sustituyó a la miel de abeja en la elaboración de dulces.
Por otra parte, los griegos y romanos conocían el azúcar cristalizado y lo empleaban mucho, tanto en la cocina como en la elaboración de bebidas.
Pero fue en Persia, unos quinientos años antes de Cristo, cuando se pusieron en práctica métodos para la obtención del azúcar en estado sólido.
En los países árabes se hicieron muy populares los dulces de azúcar con frutos secos, y al azúcar como tal, la consideraban una golosina exquisita y que a la vez tenía propiedades curativas.
Con Colón, Cortés y Pizarro, durante la conquista y colonización española, la caña de azúcar es introducida en los países americanos como Brasil, y Cuba, desarrollándose su cultivo de forma acelerada, de modo que, en menos de cien años, América superó en producción al resto del mundo.
Es también importante indicar que el origen de muchos dulces y pasteles surgió de la necesidad de encontrar métodos para la conservación de alimentos.
Así, por ejemplo, se observó que si se calentaba la leche con azúcar, dándole vueltas y dejándola que se concentrase, se obtenía un producto (la leche condensada) de agradable y dulce sabor, que se podía conservar sin problemas durante largos períodos de tiempo.
Igual se puede decir de las mermeladas hechas a partir de frutas y azúcar sometidas a cocción. En otros casos, surgieron los dulces ante la necesidad de aprovechar determinados productos que existían en abundancia.
En el caso de Cuba, los dulces provienen de la tradición popular de las corrientes migratorias que formaron nuestra nacionalidad.
Los dulces de hechos con frutas son el postre insignia de los cubanos. Ya sean trozos cocidos en almíbar o mermeladas, nos gusta comerlos acompañados con cualquier tipo de queso.
En Cuba colonial, las frutas hervidas en melado de caña formaban parte de la comida diaria de los negros esclavos.
Durante los siglos XVIII y XIX, Cuba exportó a Europa la cafiroleta, un turrón hecho con boniato, coco rallado y azúcar que era envasado en cajitas de cedro. A la cafiroleta hoy se le añaden yemas de huevo para conferirle suavidad a la masa.
En la actualidad, tenemos una gran tradición de repostería, en parte por herencia española y también por la gran producción de azúcar de caña, miel y frutas tropicales, con los cuales se prepara una variedad muy grande de confituras y elaboraciones básicas que sirven de relleno o forman parte de los dulces hechos en las pastelerías y cocinas.
Muchas son las variaciones de los dulces cubanos, gran parte de los cuales son muy consumidos aquí en Songo- La Maya.
Por ejemplo tenemos los turrones de coco y de maní; los cascos de guayaba con queso; coco rallado con queso; buñuelos de yuca y malanga; arroz con leche; dulce de leche cortada; flan de coco; flan de calabaza; pudín de pan; tocinillo del cielo; boniatillo; fruta bomba en almíbar; mermelada de guayaba…;también los pastelitos de guayaba y coco; la natilla de vainilla, fresa,  chocolate; harina de maíz en dulce; leche condensada; dulce de frijol blanco, dulce de tomate; las torrejas… en fin, una lista casi interminable.
Y ni hablar de los kakes, elaborados con harina, huevos y azúcar.
En las fiestas de fin de año son populares los buñuelos, unas frituras con a las cuales se adiciona almíbar. Elaborados con viandas como la yuca y el boniato, de los buñuelos se conocen más de diez tipos que se diferencian por la textura de la masa.
Se dice que el coco es el rey de la repostería criolla, pues su masa figura como elemento principal en unas veinte recetas.
A la provincia de Pinar del Río le debemos la "malarrabia", esos ricos cuadritos de boniato; a Matanzas, el "atropellado matancero", hecho con yemas de huevos, coco rallado y trozos de piña. Mientras que Guantánamo es célebre por sus cucuruchos de coco.
No podemos dejar de mencionar al majarete, esa sabrosa y alimenticia crema hecha con fécula de maíz tierno y leche.
Queda claro que aquí, los dulces caseros son un emblema de fraternidad. Como señala el escritor Enrique Núñez Rodríguez en su nota al folleto "Repostería tradicional cubana":
"El platico de dulce, ofrecido por encima de la cerca a la vecina más cercana, es un gesto de cubanía que obliga a devolverlo colmado de otro delicioso postre en gesto de justa correspondencia. Hay amor en todo eso. Pobre del que no sepa encontrar en esos pequeños detalles de la cotidianidad, la grandeza de un pueblo generoso y amable, de un pueblo donde el amor, lo sabemos desde siempre, también entra por la cocina".
Puede decirse que el azúcar forma parte de nuestra cultura alimentaria. La preferencia por el dulce, propiciada por la industria azucarera, es una de las constantes del paladar cubano.

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