"Contigo sí, y con cualquiera también". (Hablando un poco de promiscuidad)





Se acerca el verano, una época que para muchos, es ideal a la para encontrar pareja.
Quizás sea tu caso o tal vez no, lo cierto es que en este tiempo hay quienes salen a la búsqueda de su media naranja, o la encuentran por casualidad en una fiesta, en una actividad cultural, deportiva, o en un sitio recreativo. Aunque antes de lograrlo a veces pasan por unas cuantas experiencias. Cayendo entonces, ya sea de forma involuntaria o por puro placer, en la promiscuidad.
Promiscuidad es la práctica de relaciones sexuales con varias parejas o grupos sexuales, en contraposición con la monogamia, tanto en el reino animal como entre los seres humanos. En el diccionario de la Real Academia Española se define como: Convivencia con personas de distinto sexo.
Este es un término que puede variar entre culturas y que ha variado también en la historia y en el tiempo. Para religiones como el cristianismo, el islamismo o el judaísmo, la promiscuidad es un acto escandaloso, ya que estas valoran el matrimonio y la monogamia. Sin embargo, el budismo tiene una visión distinta del sexo e incluso de la prostitución.  Un dato curioso es que el islamismo en su momento permitía, de acuerdo con el Corán, que los varones pudiesen tener varias esposas, aunque esto no se consideraba promiscuidad, porque el hombre debía mantenerlas a todas por igual.  En nuestra cultura la actitud es variable. La psicología y la liberación sexual han influido en la visión y tolerancia ante la promiscuidad, aunque no está del todo aceptada.
Se dice que una persona es promiscua cuando tiene relaciones sexuales con varias parejas antes o durante el matrimonio, sea simultánea o progresivamente sin importar el sexo.
Una encuesta reciente realizada por una compañía arrojó entre sus resultados que a nivel mundial los turcos tienen el mayor número de parejas sexuales y quienes tienen menos son los habitantes de India. Además, que los noruegos son quienes practican menos sexo seguro, mientras que en India es donde se practica más.
Lo más importante a tener en cuenta es que una persona promiscua tiende a tener contacto sexual con varios individuos y en el caso de tener este tipo de actividad sexual sin protección, aumenta considerablemente la posibilidad de contagiarse y propagar alguna ITS  o de tener embarazos no deseados.
 En Cuba, los especialistas del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) desaconsejan este tipo de comportamiento sexual, sobre todo en la adolescencia. Porque en esta edad no se ha alcanzado una total madurez sino que todavía se está en la construcción ascendente de la propia identidad.
Más bien, este centro aboga porque las personas se conozcan, tengan una relación humana en la que predominen la ternura, los afectos, y sobre todo que puedan tener salud sexual, se protejan, cuiden y amen.
Según los especialistas, con una actitud promiscua se corre el riesgo de no permitirnos el conocer y disfrutar a los seres humanos como corresponde, porque el hecho de compartir una experiencia sexual es solo físico, biológico, carente de otro tipo de sentimiento, mucho más enriquecedor.
Los estudiosos del tema afirman que los encuentros físicos casuales pueden dejar al cuerpo satisfecho, pero queda siempre un vacío por falta de intimidad emocional:… la persona aprende a disociar el contacto físico de la relación afectiva y eso va en contra de un desarrollo emocional sano.
En realidad, lo que importa en el sexo no es dejarlo actuar ciegamente, sino controlarlo y mezclarlo con amor y ternura para compartirlo a plenitud con el ser amado, para vivir así con amor y sin riesgos.
Enfermedades de transmisión sexual, embarazos inesperados, eyaculación precoz, son solo algunas de las consecuencias de una vida sexualmente variada.
Y aunque tener un menor número de parejas sexuales con las medidas precautorias necesarias no te asegura librarte de un embarazo o una infección, sin duda las posibilidades de esto serán más remotas.
Otras consecuencias pueden ser: los hogares destruidos, las familias disfuncionales, los hijos de padres separados, y hasta violencia intrafamiliar.
Tradicionalmente se ha tachado al varón de ser más vulnerable y de caer fácilmente en anécdotas de sexo frecuente y pasajero.
Y es que los estereotipos de género heredados generalmente los impulsan a ser los típicos “machos” que no dejan pasar falda por delante sin desearla. Así lo demostró un estudio realizado el pasado siglo en una universidad norteamericana, en el que se señalaba a los hombres como promiscuos por naturaleza: más allá de cualquier patrón cultural, achacaba todo a “pura genética”.
Sin embargo, la práctica contradice esta tesis: Hoy también las mujeres hablan con naturalidad del sexo, algo que realizan y disfrutan, y con el uso de Internet es cada vez más fácil conseguir “compañía”.
Pero entre aventuras reales o virtuales, el amor sigue siendo la opción que refleja una sexualidad responsable, antítesis de la mezcla y las confusiones que implica la promiscuidad.


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