"¿Supersticioso yo?: !Solavaya!"




En Songo- La Maya, como en muchos otros lugares de Cuba y del  mundo, abundan las supersticiones. Ellas son parte de nuestras tradiciones aunque en su gran mayoría provienen de otras culturas.
Algunas se han perdido con el paso del tiempo, otras han sobrevivido hasta la actualidad y otras se han incorporado a las creencias y a la vida cotidiana del cubano.
Muchos dicen que son cosas de viejos pero la realidad indica que no es del todo así. Las supersticiones tienen un origen y hasta su fundamento, por eso aunque en ocasiones parezcan puras invenciones, han logrado arraigarse en nuestro pueblo al igual que en otras culturas.
Lo que resulta curioso es que existen personas que creen en ellas y no lo reconocen, no se ven a sí mismas como supersticiosas.
A pesar de eso, tocan madera, cruzan los dedos o se tapan la boca al bostezar, todos ellos son indicios de superstición.
La palabra “superstición” procede del latín “super” que significa “arriba” y “stare” que significa “estar”. Llamaban “superstites” a las personas que salían vivas de las batallas porque habían sobrevivido a sus compañeros y por eso estaban por encima de ellos.
La superstición no se puede ajustar a una definición cualquiera, puesto que es algo más que una creencia, es un modo de vida que constituye al hombre desde que éste existe, sin embargo, se define como una creencia basada en hechos sobrenaturales.
Una superstición surge cuando se atribuyen poderes extraordinarios a ciertos objetos y se busca en ellos la explicación a algunos sucesos sorprendentes, como las coincidencias. Aunque algunas personas creen tanto en las supersticiones que incluso llegan a un punto de fanatismo.
Las supersticiones constituyen una parte muy antigua de la herencia humana, pues desde que el hombre existe, siempre ha tendido a creer en fenómenos sobrenaturales, mitos populares o eventos inexplicables.
Con una existencia cotidiana llena de peligros y aventuras, llegó a la conclusión de que el mundo estaba poblado por unos espíritus vengativos que superaban en número a los benéficos.
La muerte, uno de los mayores misterios de la vida, fue tratada con mucho detalle por los primeros supersticiosos.Así vino el concepto del “más allá”, y con él numerosas acciones destinadas a lograr un trato mejor después del tránsito a la otra vida.
La persona supersticiosa cree que existe algo por encima de los hombres, una especie de fuerza oculta que puede no favorecerlo, o incluso castigarlo, si realiza ciertos actos que, por tanto, hay que evitar.
Tal vez todos nosotros, en alguna oportunidad, hemos sentido alguna inclinación a pensar que tal objeto o tal vestido, tal lugar o tal color nos traen buena suerte, mientras que procuramos huir de lo que atrae la mala suerte. Y es que no todas las supersticiones son malas sino que también las hay con buenos presagios.
Las supersticiones no deben controlar la vida, pero tampoco deben ser despreciadas. Al fin y al cabo, nacieron con el hombre  y aunque solo sea por curiosidad, el origen de muchas de ellas merece conocerse.
Por ejemplo ¿has escuchado hablar del mal de ojo?
Esta es una creencia muy popular en Songo- La Maya, y a ella se le achacan muchos malestares, principalmente en los niños pequeños.
Tradicionalmente se ha creído que al reflejarse en la pupila de un ojo, se puede quedar atrapado por ella.
Desde la antigua Roma hasta la Edad Media, aquellas personas que tenían cataratas u otro defecto visual, a menudo eran sacrificadas en la hoguera.
Algunos países tienen muy extendida la creencia de que existen personas con poderes maléficos en la mirada; incluso, aunque sea de forma inconsciente pueden hacer daño si clavan sus ojos en algo.
Antiguamente, se atribuía al mal de ojo enfermedades de origen desconocido. Lo echaban las brujas, los gitanos, los gafes y los bizcos y afectaba a los niños.
Para protegerse dicen que hay que llevar ajos, oro y plata, ojos de cristal azul, azabaches y herraduras.
¿Dices “salud” o “Jesús” cuando estornudas?
Se debe a que el estornudo era el principio de muy diversas enfermedades y por eso las personas rezaban para apartar el peligro de cualquier infección.
También se dice que era para evitar que entrara alguna fuerza maligna a través de la boca.
También es muy común en el territorio songomayense que las personas le pidan a alguien cercano que les diga un número cuando sienten  un zumbido de oídos.
Entonces la letra del alfabeto correspondiente a dicho número será la primera del nombre de la persona con la que esperas casarte. "El izquierdo para el amor y el derecho para el rencor".
Se cree que si te pellizcas inmediatamente el oído derecho cuando te silba, la persona que te está criticando se morderá la lengua.
A veces, también decimos que nos hemos levantado con buen pie.
Esta costumbre proviene del mundo de los pescadores. Ningún pescador, solía subir a bordo por el costado izquierdo del barco, sino que lo hacía por el lado derecho, aunque resultara incómodo.
Parece ser que esta superstición proviene de que la gente pensaba que cualquier cosa zurda era antinatural, una idea que se basa en que la mayoría de los seres humanos son diestros.
Existen muchísimas otras supersticiones, en ellas se incluyen aquellas disciplinas que la comunidad científica llama pseudociencias.
Por ejemplo la adivinación, la astrología y los horóscopos, la lectura de manos o quiromancia y de cartas o cartomancia, el curanderismo, el espiritismo,   la magia y el tarot.
Podemos ver la superstición como un mecanismo de defensa o como una expresión externa de las tensiones y la ansiedad que el hombre ha ido soportando a lo largo de su evolución.
En nuestro ámbito social, las supersticiones se han vuelto elementos cotidianos, hay seguidores del Zodíaco, de la lectura de manos, de la adivinación mediante cartas, y otras creencias similares llegadas de otras culturas como la europea y la africana.
Sin embargo, no debemos optar por la irracionalidad de la época medieval, donde las leyendas populares eran el plato fuerte.
Es cierto que el ser humano necesita una esperanza, un consuelo ante los retos cotidianos...Sin embargo, las supersticiones  no están científicamente probadas.
Por eso, no creas ciegamente en ellas, eso puede evitar que te plantees proyectos de vida en función de tus capacidades  y dejarte desarmado ante el futuro.

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