¿Metrosexuales en Songo-La Maya?
En
los últimos años, se ha vuelto visible el aumento de atributos tradicionalmente
femeninos en varones: pantalones ajustados y a la cadera, cejas arregladas,
pelo largo y teñido, cuerpo rasurado o depilado, camisetas de tirantes, uñas
arregladas, labios pintados, limpieza facial, peinados de estilo, cintillos,
piercing en el ombligo...
Son tendencias que han cobrado fuerza en el
mundo entero, y también aquí en Songo-La Maya.
Para
muchos esto se debe al seguimiento de la moda, o se ve como síntoma de rebeldía
y protesta de los adolescentes. Otros culpan a la influencia de culturas
externas importadas por diferentes vías. Algunos creen que es una receta de los
hombres para aumentar la autoestima modificando el patrón estético, y así
expresar su desprejuicio en la manera de asumir la masculinidad.
Sin
embargo hay quienes piensan que esas actitudes atentan contra la masculinidad,
que son cosas de mujeres.
“Metrosexualidad”
es un término que se ha popularizado bastante y se ha relacionado sobre todo
con algunos hombres famosos, como ciertos deportistas, cantantes, actores…
La
palabra metrosexual aún no forma parte del diccionario de la Real Academia
Española. De todas formas, su uso es cada vez más frecuente. Es un adjetivo que
hace referencia al hombre que se preocupa por su imagen y que tiene ciertos
gustos y costumbres asociados con lo femenino. Fue inventado en Inglaterra por
el periodista Mark Simpson, quien usó las palabras ‘metro’, de Metrópoli y
‘sexual’, de sexo. Pretendía definir así al ‘nuevo hombre’ del siglo veintiuno.
Mark
Simpson, creador del polémico concepto, dice que este tipo de varón es un
hombre moderno y desinhibido, sin ningún problema para reflejar que le preocupa
su imagen corporal.
Podría
decirse que un metrosexual es un hombre que vive en una ciudad, está al tanto
de las últimas tendencias de la moda, invierte mucho dinero en ropa, cuida su
piel con cremas cosméticas y acude a la manicura.
Y
aunque este fenómeno surge y se desarrolla en los países industrializados,
donde el mercado juega un papel esencial, nuestro país no escapa a su
influencia, incluyendo a nuestro municipio.
Por
eso nos encontramos a diario con muchachos que lucen diferentes. Eso sí, es muy
importante destacar que la metrosexualidad no está vinculada a la preferencia
sexual: los metrosexuales pueden ser heterosexuales, homosexuales o bisexuales.
La
metrosexualidad rompe con el estereotipo del hombre rústico que intenta
resaltar su masculinidad, una decisión que, en ciertas sociedades, genera
rechazo y burlas públicas.
Hay
cubanos -y esto lo podemos ver en nuestro municipio- que reproducen los
patrones metrosexuales sin saber, en la mayoría de los casos, que están dentro
de esa clasificación.
Es
cierto que los metrosexuales no siempre son vistos con buenos ojos y hasta los
tildan de afeminados. Sin embargo, independientemente de su aceptación o no en
nuestra sociedad hay que tener en cuenta que ellos, al igual que las mujeres,
tienen derecho a cuidar de su aspecto personal e imagen.
Eso
sí, sin obviar los límites y las pautas a seguir. Sin que se convierta en una
obsesión o el centro alrededor del cual gire y funcione su existencia.
Los
cambios en los atributos de los hombres al asumir elementos de la estética
femenina no constituyen necesariamente un símbolo de modificación de
pensamiento. Las transformaciones deben producirse en las conductas, en las
actitudes, en el comportamiento con los otros, es decir, más allá del exterior.
Comentarios
Publicar un comentario