¿Hablas más de la cuenta?



En nuestra vida diaria,  resulta muy frecuente encontrarnos con personas que hablan hasta por los codos.
Ya sea en la cuadra, en el centro de trabajo o de estudio y hasta en nuestros propios hogares, vemos que hay quienes tienen la necesidad de hablar sin que nadie les pueda poner frenos. Este es un defecto que debe corregirse porque generalmente raya en la indiscreción.
Ciertamente esas personas que no saben cuándo deben callar o cuándo deben dejar hablar a los demás, suelen ser indiscretas y molestan a casi todos a su alrededor, lo que les perjudica seriamente en sus relaciones interpersonales y afecta a su vida social.
Se entiende como indiscreción el acto de dar a conocer al público, a otras personas, situaciones reales o secretas de alguien, que no deben ser de conocimiento ajeno porque la persona interesadas no quiere que se sepa o conozca lo que ella hace o piensa.
La indiscreción a veces cae en el campo del chisme, del mal hablar, y se vuelve una cadena interminable de dime que te diré, opiniones, comentarios, conceptos y conclusiones sin importancia.
Es común que nos encontremos a cada rato ejemplos claros de indiscreciones: personas que le hacen preguntas molestas a un enfermo; que hacen comentarios de una pareja que se está divorciando; interrogan a alguien para conocer el monto de su sueldo; indagan asuntos que no le deben importar; averiguan el motivo de discusiones entre esposos,…entre otras actitudes.
¿Pero hasta qué punto puede ser negativa la indiscreción?
Una relación con los demás  donde no se respeten los límites y se viole la intimidad, puede ocasionar problemas y malos entendidos, a la vez que provoca emociones  dañinas como el resentimiento, la ira y patrones de conducta de evitación y rechazo. Las personas indiscretas, por lo general, hacen muchos comentarios inoportunos, y se arrepienten con rapidez de haberlos hecho. Sin embargo, no aprenden de su error y lo siguen cometiendo.
Además, para ellas guardar un secreto es un esfuerzo muy grande. La sensación de saber algo que los demás desconocen les produce gran satisfacción,…por eso desean contarlo para acaparar la atención de los demás y despertar el interés de quienes escuchan, sintiéndose importantes y protagonistas.
Lamentablemente la indiscreción es un componente de la sociedad que sale a relucir cuando menos se espera o se quiere. Y lo peor es que este defecto puede estar presente en tus amigos, conocidos, vecinos, familiares, e incluso en nosotros mismos.
A nadie le gusta rodearse de personas que hablen más de la cuenta, y menos de asuntos ajenos, porque este comportamiento es característico de una mala educación. Las personas indiscretas nunca tienen tiempo para ellas mismas y sí para las demás.
El tiempo que emplean en interesarse por la vida privada de otros, son horas que pierden y que pueden ser dedicadas a la superación humana, el cambio del ambiente familiar y la vida amorosa. Es por eso que el solo hecho de querer ser aceptado dentro del grupo social donde se viva, es un buen motivo para dejar a un lado la indiscreción.
Y uno de los consejos a seguir para hacerlo es no meter las narices donde no te llaman.
También es recomendable no decir lo que no conviene decir, no hablar de lo que no hay que hablar, no querer oír lo que no se tiene que oír, no mirar lo que no tiene que mirar, no preguntar lo que no se debe preguntar…TR) Parece un trabalenguas pero tiene mucho sentido.
Del mismo modo, se deben evitar los comentarios sobre otras personas o casos, que involucren determinada situación privada o grave.
Y por otra parte, debemos saber mantener secretos o confidencias familiares, profesionales o sociales, principalmente porque si se propagaran, pudieran causar daños.
Es que a nadie hay que contarle las intimidades o problemas familiares, porque como dicen por ahí: “La ropa sucia se lava dentro de la casa” y “no hay que sacar los trapos al sol”.
Otra manera de evitar ser indiscreto es no llamar demasiado la atención en la manera de comportarse, cuidando los gestos, posturas, palabras inapropiadas, vestimentas, maquillajes…
Pues todos esos elementos forman parte de la comunicación y dicen mucho de cada uno de nosotros.
Como dice una frase: “La discreción es no decir más de lo que haga falta, a quien haga falta y cuando haga falta”.


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