“Más vale tarde que nunca”
Seguramente has escuchado aquello de que “más vale tarde
que nunca” ¿Te has puesto a analizar alguna vez qué significa la frase?
Hay
varios refranes que hacen referencia al tema de la tardanza, por ejemplo “nunca
es tarde si la dicha es buena”, o “nunca es tarde para bien hacer, haz hoy lo
que no hiciste ayer”.
En
estos dos casos hay una visión optimista del asunto, dando a entender que es
mejor hacer las cosas aunque sea tarde, que dejar de hacerlas.
Sin
embargo, hay muchos más que nos recomiendan hacer a un lado cualquier demora.
Como
ese que dice “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”, o “el que llega
tarde ni oye misa ni come tarde”.
Pero
específicamente el refrán “más vale tarde que nunca”, es una expresión que nos
invita a no quedarnos de brazos cruzados ante las oportunidades, a actuar, a
trazarnos metas, a afrontar las situaciones, a reconocer nuestros errores, a
pedir perdón, a tomar decisiones, a tratar de cumplir nuestros sueños, aunque
pensemos que ya es demasiado tarde para eso.
Se
cuenta que esta sentencia tiene su
origen en la antigüedad griega, cuando el famoso historiador y filósofo
Diógenes Laercio, que ya atravesaba por la vejez, sintió unos deseos
irreprimibles de estudiar música.
Alguien
cercano a él, al conocer tal propósito, recordó al sabio que ya era demasiado
mayor para enredarse con esas contemplaciones. Entonces Diógenes, sin inmutarse respondió con
la frase: - Más vale tarde que nunca.
Dándole así una lección a su interlocutor.
Desde
entonces, al igual que muchos otros refranes, la frase pasó a la historia y se ha trasmitido
durante siglos de generación en generación.
Aconsejando que no debemos desistir de nuestros objetivos a pesar de las
dificultades y de las circunstancias.
Es
real que hay situaciones en las que, por ejemplo, llegar tarde es mejor a no
hacerlo nunca, pues la demora se puede superar si la presencia puntual no era
extremadamente necesaria.
Un
novio puede llegar tarde a la boda, pero cuando lo hace no hay problemas para
que se case. Aunque no olvidemos que hay muchos otros casos en los que la
tardanza produce efectos irreversibles, en especial cuando la salud o la vida
de las personas están en juego. Podemos pensar en las ambulancias o en los
patrulleros.
Se
dice que en la actualidad este refrán se usa en situaciones más triviales,
sencillas, para justificar las demoras, ya sea en el incumplimiento del horario
de una cita o al no hacer en tiempo una gestión o encargo. Sin embargo, hay
otras interpretaciones que van más allá de estas. Más vale tarde que nunca
significa que es preferible que hagamos algo después de lo previsto a que no lo
hagamos, pues por lo menos lo habremos hecho.
Es
mejor que lleguemos un poco tarde a un compromiso, a que dejemos plantada a la
otra persona. Es mejor pedir perdón después de un tiempo a que no nos
arrepintamos nunca por algo malo que hayamos hecho. Es mejor empezar tarde esa
carrera universitaria que siempre quisimos hacer a que nunca lo intentemos. Es
mejor que terminemos tarde una tarea a que la dejemos inacabada para siempre.
En
cuanto al hecho de saber reconocer los
errores y aprender de ellos, para esa acción nunca será demasiado tarde.
Desarrollar la capacidad de reconocer y aceptar nuestras equivocaciones amplía
nuestra visión de la realidad, nos impulsa a asumir responsabilidades y nos
enseña, además, a reconocer la presencia de personas afectadas por las
consecuencias de estos errores.
Oímos
a diario frases como: "cometer errores es humano", "un error lo
comete cualquiera", pero, lo más importante, es que tengamos la
disposición de asumir el compromiso de hacer lo que sea necesario para corregirlos.
En
algún momento, nos llegará el día en que cometeremos un error grave. Sin embargo,
a pesar de la vergüenza que podamos sentir, no debemos huir de la
responsabilidad ni ponernos agresivos o defensivos cuando otros nos hagan una
observación al respecto; nuestra meta deberá ser, tratar de reparar el daño de
la mejor forma posible.
Asumir
nuestros errores nos permite crecer y madurar internamente. Además, todas las
equivocaciones son una oportunidad para aprender algo nuevo acerca de nosotros
mismos, de quienes nos rodean y de la vida.
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