¿Amor con ataduras?
¿Cuántas veces no nos hemos
hecho eco de expresiones como “Vivo por
y para él”, “Ella lo es todo para mí”, “Él es lo más importante de mi vida”,
“No sé qué haría sin ella”, “Mi pareja es solamente mía”, “Te necesito”…en fin,
la lista de este tipo de declaraciones de amor es interminable y bastante
conocida.
Sin embargo, detrás de ellas
se esconde un sentimiento que puede ser muy nocivo dentro del noviazgo: el
control o la posesividad.
Amar y sentirnos amadas es
una de las mayores aspiraciones que tenemos las personas. Por eso necesitamos
el cariño de las amistades, la familia o de nuestra pareja, siendo este tipo de
afecto una de las emociones que más disfrutamos.
Sin embargo, a veces las
relaciones, principalmente las amorosas, vienen determinadas por sentimientos
poco saludables, como la dependencia, la obsesión, la necesidad o la posesión.
Cuando tu pareja intenta
limitar tu libertad, cambiar tu forma de ser, alejarte de tus amigos y vivir
única y exclusivamente para ella, puedes quedar atrapado o atrapada en una
relación muy destructiva si no sabes cómo pararla a tiempo. Lo mismo pasa si
eres tú el (la) que necesita tener el control.
En nuestra cotidianidad, es
muy frecuente ver cómo muchas personas se transforman y cambian hasta sus
gustos sólo por no disgustar a su pareja. Pero este comportamiento puede
generar consecuencias o riesgos, e incluso convertirse en una enfermedad.
En muchas ocasiones, dejamos
que nuestra vida gire alrededor de un noviazgo: hacemos todo lo posible por
complacer a la otra persona, y nos volvemos lo mismo dependientes que
posesivos.
En esos casos, tan comunes
en la cotidianidad songomayense, está presente el control emocional.
No importa lo maravillosas
que puedan parecer al principio, este tipo de relaciones llevan a ataduras más
fuertes de lo que podamos imaginar.
Si eres del tipo de personas
que llaman a su pareja varias veces al día para saber dónde y con quién está,
desconfías de lo que te dice, sospechas y temes constantemente porque te
abandone y te molestas si sale con otras personas, entonces perteneces al grupo
de los controladores.
Aunque muchas personas
confunden o justifican este comportamiento con “un gran amor”, realmente no es
más que una clara señal de personalidad insegura y llena de temores.
Esas actitudes lejos de
preservar a la pareja harán en definitiva, que ésta se aleje.
Los controladores no sienten
que estén actuando de manera equivocada, sino que por el contrario justifican
todas sus acciones y dicen sentir amor, lo que puede ser verdad, pero el amor
obsesivo por lo general trae muchos disgustos.
Estos novios casi siempre
usan la frase "soy celoso porque te quiero" para justificar su
conducta.
Además, miden el amor en
base a lo que la pareja haga por él/ella. Por eso exigen cercanía, no guardar
secretos, conocer a los amigos, y otras cosas por el estilo.
El controlador mira a su
compañero como un objeto de su propiedad, tiene un gran temor de perderlo y lo
convierte en un componente de sus necesidades básicas afectivas, igual que el
oxígeno para poder respirar o la comida para alimentarse.
Lo preocupante es que el
exceso de control y deseo de posesión en una relación, desencadena en muchos
casos en violencia. Ya sea física, sexual o psicológica.
Estos comportamientos a
corto y a largo plazo traen consecuencias muy negativas: desde estar en una
batalla constante con rivales imaginarios o reales, hasta el estrés, la
obsesión, y si se trata de noviazgos o matrimonios se terminan en rupturas y
divorcios.
Por eso, lo recomendable es
tener en cuenta que uno no depende de otra persona para ser feliz y que
sentirse bien está en nosotros mismos.
El placer (o si quieres, la
suerte) de amar y ser amado es para disfrutarlo, sentirlo y saborearlo. Si tu pareja está disponible, aprovéchala hasta
el cansancio.
Declararse afectivamente
libre no es ser frío con la pareja, sino vivir un noviazgo sin ataduras
excesivas, distanciarse de lo perjudicial y hacer contacto en la ternura.
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