¿A quién se parecen realmente los jóvenes?



En una oportunidad, el político español Francisco José Vázquez, afirmó que los hijos de hoy se parecen más a su tiempo que a sus padres… un pensamiento que se ha vuelto bastante común en la actualidad a la hora de definir a las más jóvenes generaciones.
Con frecuencia en nuestro entorno escuchamos muchísimos criterios, principalmente negativos referidos a los adolescentes y jóvenes.
Se dice que son rebeldes en el hogar, indisciplinados, irrespetuosos, violentos, vulgares, que se expresan de manera incorrecta y han perdido los valores esenciales que debe tener un ser humano.
También se critica el hecho de que se hagan tatuajes, se pongan piercings, se hagan pelados un tanto extravagantes, o que sigan las modas al pie de la letra, aunque algunas sean un poco indecentes, como el caso de los pantalones caídos en los varones, exhibiendo los calzoncillos.
Igualmente, se les tacha de inmaduros, liberales en exceso, irresponsables, promiscuos, inmorales…, y otros calificativos por el estilo.
Sin embargo, es bueno aclarar, que un tatuaje, un piercing, un pelado o una moda, aunque puedan constituir una forma de comunicar determinadas características, no definen la personalidad de una muchacha o un muchacho.
Por tanto, apariencia física a un lado, los jóvenes cubanos se distinguen por los valores y la cultura que asimilan en el curso de la vida. Y no todos están cortados con la misma tijera, como decimos popularmente.
Aunque muchos adultos opinan que la juventud está perdida, las más altas instancias del gobierno colocan en ella la esperanza del relevo generacional que garantizará la continuidad del modelo socialista.
Sin embargo, como afirman numerosos sociólogos, en Cuba no debemos hablar de “juventud”, sino de “juventudes”, pues hay mucha pluralidad y diferencias entre los jóvenes. Lo cierto es que para muchos adultos el diálogo con las nuevas generaciones se ha vuelto complicado, sobre todo para quienes admiten con algún complejo que nacieron en el siglo pasado,
Muchos padres se quejan de no saber manejar o entender a sus hijos, y de que estos no les hacen caso. Razones por las que abundan las discusiones, la desconfianza, la preocupación…
Pero el mayor problema es que los padres y madres no encuentran el equilibrio necesario entre la disciplina y la permisibilidad, entre el tira y el afloja. Es que hay diferencias  muy marcadas entre los intereses y los modos de pensar y actuar de gran parte de los adultos en comparación con los adolescentes y jóvenes de esta época. Por ejemplo, salir con amigos, escuchar música, ver videos e ir a fiestas, constituyen actividades muy importantes en la vida de nuestros muchachos y muchachas. Ellos buscan ansiosamente la amistad, la identidad personal, el desarrollo, las oportunidades, un elevado estado de bienestar, la libertad, la independencia en el hacer y el vestir.
Pero a pesar de sus defectos, problemas e insuficiencias, no podemos encasillarlos ni medirlos a todos con la misma vara como una generación en crisis.
¿A quién reprocharle entonces, a la familia, a la sociedad, a la escuela? ¿Quiénes son los responsables de los comportamientos inadecuados que asumen algunos jóvenes en la actualidad?
Las primeras normas de conductas vinculadas a un comportamiento moralmente bueno y una adecuada relación de respeto, se adquieren en el seno familiar. La familia es referente en la formación integral de la personalidad. Sin embargo, no podemos imponernos a modas y costumbres determinadas de una época determinada. Se debe aceptar, educar y persuadir en los principios y valores sociales, teniendo en cuenta las aspiraciones, necesidades e intereses de los más jóvenes.

En Songo- La Maya, al igual que sucede en toda Cuba, conviven diversas generaciones que se han desenvuelto en contextos y épocas distintas. Y atendiendo al tiempo que les ha correspondido vivir, han variado sus aspiraciones, conductas y motivaciones.
El incremento del turismo, el contacto directo, las mayores posibilidades de viajar y conocer y, por supuesto, el acceso a Internet y otras vías de comunicación hacen que haya un conocimiento mucho más cercano y cotidiano de otros contextos, que acercan a la juventud a esas maneras de mirar el mundo.
Hoy la mayoría de los jóvenes desea viajar, y se inclinan hacia la búsqueda de mejores condiciones de vida, aunque una parte de ellos no le da valor al trabajo y prefiere obtener dinero por otras vías. En fin, han cambiado los objetivos, los puntos de vista, los valores, las prioridades y los modos de actuar de las nuevas generaciones en correspondencia con la realidad en que se desenvuelven.
Queda claro que los cambios políticos, económicos y sociales producidos en cada época de la historia de nuestro país, han influido en la ideología, los sentimientos y la forma de ver la vida de cada generación. Por tanto, el accionar de los jóvenes de hoy está en correspondencia con las características de su entorno y sus actitudes resultan desafiantes para otras generaciones.
Hay un rompimiento con las normas, códigos y significados que compartieron abuelos y padres. Pero, también hay continuidad: lo que se hace y el cómo se hace, es movilizado todavía por inquietudes y rebeldías iguales a las juventudes cubanas de todos los tiempos.

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